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Descubramos Lovely Photo

¿Sabéis qué pasa cuando llegas a la treintena? Pues además de que te ves mayor, de que te das cuenta de que necesitas estabilidad y todas esas cosas que ya te venían avisando tus padres desde hacer años, también empiezan a salirte una media de dos o tres bodas por año y nacimientos de niños a tu alrededor como si te crecieran los enanos (nunca mejor dicho).

En cuestión de dos años se han casado cuatro amigas y este año vamos a por la quinta y como he intentado ayudar a todas, me he vuelto prácticamente una experta, así que hoy he venido a descubriros a estos fotógrafos de bodas en Zaragoza, tienen magia en los dedos y lo digo porque los he visto. En estos últimos años he visto muchos reportajes pre y post bodas, e incluso he participado en un par de ellos acompañando a los novios y ayudándoles con los preparativos, y os puedo asegurar que por mucha técnica que tenga el fotógrafo y muchos años de experiencia que lleve a sus espaldas se nota mucho cuando se tiene magia en los dedos.

Es muy posible que las fotografías que tome cualquier fotógrafo profesional sean buenas, que sepan encuadrar, captar el momento y ofrecer una técnica impecable, pero no todos saben plasmas el instante, captar sonrisas y guardar recuerdos. Sólo hay unos pocos agraciados con ese don y en Lovely Photo lo tienen.

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Una de las mejores bodas a las que he ido se hizo en una nave industrial (por muy raro que suene fue una auténtica pasada. De hecho están de moda las bodas industriales) y le fotógrafo que contrataron para retratar el momento fue Lovely Photo. No sé cómo lo hizo pero supo aunar la magia del lugar, lleno de herramientas de trabajo antiguas y un ambiente totalmente industrial (eso sí, lleno de lucecitas que pusieron los decoradores) a la magia del momento, la belleza de la pareja y sus miradas, que eran casi hipnóticas.

ORIGINALIDAD

Además, si hay algo que aprecio en la fotografía de bodas es que haya originalidad. No sé vosotros, pero yo abro un álbum y veo la típica imagen de la pareja abrazada delante de un fondo floreado y me entran ganas de cerrar el álbum tal y como lo había abierto. Es como si los fotógrafos tuvieran un libro de portuarias y carantoñas que los novios deben seguir y luego ellos soltarán el flash para inmortalizar la pose. A mí me gusta la creatividad, que no haya una foto igual a otra y que sean los novios los que, jugando, creen la escena, que no sea algo impuesto por el fotógrafo, porque así lo único que conseguimos es encuadrar la imagen a costa de perder la naturalidad que hace que los novios sean ellos mimos y al final acaban siendo marionetas, y eso se  nota muchísimo.

Personalmente prefiero una fotografía mal encuadrada pero que ha sabido capturar el momento antes que algo perfecto donde hay sonrisas forzadas y poses extrañas.

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