Las grandes ciudades, aquellas que reúnen a millones de personas y en la que se encuentran los mejores puestos de trabajo, no son ni mucho menos perfectas. La aglomeración de gente implica la aparición de problemas de todo tipo, problemas que en muchos casos no se solucionan de la mejor manera posible para los ciudadanos.
El tráfico es una de esas cuestiones. Cada día, miles y miles de personas tienen dificultades ya no solo para circular por las calles de esas ciudades, sino que también las tienen a la hora de aparcar. Esto resulta molesto y estresante, sobre todo porque retrasa nuestra llegada al trabajo en el peor de los casos. Y en el mejor, nos fuerza a saltar mucho antes de la cama, disminuyendo así nuestro tiempo de descanso.
Hay maneras para combatir este tipo de situaciones. Normalmente y con el paso de los años los Ayuntamientos de las grandes ciudades han impulsado las denominadas zonas azules, espacios en los que dejar nuestro vehículo cuesta un dinero y que, según nos han vendido desde los Consistorios, hace más fácil encontrar un hueco en el que aparcar. Cosa que, por cierto, se consigue. Pero como consecuencia de las abusivas tarifas que nos imponen a los conductores.
He tenido el gusto de vivir en dos ciudades como Madrid y Barcelona, y en ambas ocurre lo que acabo de contar. Hace unos meses, cuando me trasladé desde la capital a la Ciudad Condal por motivos de trabajo, comprobé que seguía teniendo los mismos problemas para acudir a la oficina cada día: un montón de retenciones y la imposibilidad de aparcar mi coche en un lugar en el que no me cobraran un precio desmesurado.
Como ante lo primero no tenía nada que hacer, decidí centrarme en paliar lo segundo, en encontrar un parking que se ubicara en el centro de la ciudad y en el que las tarifas fueran inferiores. También me interesaba que la empresa que lo gestionara tuviera un servicio online, para poder reservar mi plaza y asegurarme así una plaza sin dar pie a posibles problemas y, además, sin necesidad de salir de casa. Después de lanzarme en búsqueda de una entidad así, descubrí www.parkingcentrobarcelona.com.
En aquella página web hallé todo aquello que estaba deseando encontrar. En primer lugar, un precio coherente y que no tenía nada que ver con las abusivas tarifas de la zona azul de la ciudad. Y en segundo lugar, esa posibilidad de reservar plaza desde casa. Sin complicaciones de ningún tipo. Por primera vez, podía sentirme seguro a la hora de aparcar mi vehículo cuando me desplazara al trabajo.
Contribución para una vida más cómoda
Me bastó un día para comprender que la decisión que había tomado no podía ser más acertada. Salí de mi casa con mucho tiempo de margen, y a pesar del tráfico conseguí llegar como tres cuartos de hora antes a la oficina. ¿El motivo? El haber tenido la oportunidad de reservar una plaza en aquel parking desde mi ordenador, móvil o tablet. Sin ningún problema y cómodamente.
En la actualidad, mi mecánica para desplazarme al trabajo sigue siendo la misma: reservar cada semana mi plaza a través de Internet y disfrutar de las ventajas que ella me proporciona, que son muchas. Entre ellas cabe destacar como la más importante la reducción del estrés con el que me levanto cada mañana y del cabreo con el que me sorprendía a mí mismo ante el volante, algo que por cierto no es nada ventajoso para nuestra seguridad. Finalmente, y no por ello menos importante, se encuentra esa posibilidad de pasar unos minutos más en la cama, recargando las pilas para una nueva jornada laboral que casi siempre es dura y desgasta una auténtica barbaridad.
Mi vida ha pegado un salto de calidad importante. Y la capacidad económica de mi bolsillo, también. ¿Ha merecido la pena encontrar una plaza de aparcamiento como la que tengo reservada en este momento? A mí no me queda ninguna duda. ¿Y a vosotros?