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Es hora de conocer mucho más sobre el mindfulness

En los últimos años, hemos escuchado más cosas que nunca sobre el mindfulness. Mucha gente se ha acercado a todo lo que rodea a esta materia para conocer más sobre ella puesto que les ha llamado poderosamente la atención. Vamos a descubrir, gracias a los amigos de Escuela de Crecimiento, algunas de las razones por las cuales esta actividad se ha ganado el corazón de muchas personas en los últimos años en España:

La principal de las razones ha tenido que ver con aspectos como la ansiedad o el estrés que se derivan de situaciones distintas como el trabajo, los problemas familiares o económicos. Además, el mindfulness ha sido una de las técnicas en las que más se ha confiado para reducir el riesgo de padecer depresión e incluso tener la capacidad de conseguir una mejora en el sueño. Visto así, parece que el mindfulness solo nos va a proporcionar una mejora sustancial en la calidad de vida… y lo cierto es que hay muchas personas que piensan exactamente eso.

También, según nos apuntan, el mindfulness es idóneo para mejorar otras capacidades como la atención o la concentración. No cabe la menor duda de que estamos hablando de aspectos que van a ser muy interesantes para nuestra vida y que nos pueden ayudar tanto a mejorar determinados aspectos de nuestra vida privada como también de nuestro puesto de trabajo. Visto de esta manera, todos y todas debemos procurar al menos acercarnos a un aspecto como este para comprobar de primera mano si todo lo que estamos comentando os convence o no.

Lo cierto es que buena parte del éxito que ha tenido esta técnica se debe a su origen moderno. Hace unos 30 años, un psicólogo americano llamado John Kabat-Zinn hizo una prueba con prácticas orientativas orientales y, después de quitarle la connotación religiosa en una serie de pacientes que sufrían ansiedad o estrés, contempló que esos niveles en dichas personas se redujeron de una manera más que considerable. Así es como empezó a extenderse una técnica como la del mindfulness, que ha llegado a prácticamente todos los lugares del mundo y que goza, por cierto, de una popularidad cada vez más importante. Todos estos datos son los que se encargan de ir transmitiendo los profesionales en la materia y también son los que comparte una noticia de El Comercio.

Lo cierto es que, en la vida, muchas veces lo mejor es parar a reflexionar, a descansar, a hacer balance de lo que estamos haciendo. Significa esperar un poco para avanzar más tarde dando dos pasos de golpe. Muchas situaciones se pueden mejorar a través de este tipo de maneras de proceder. Las decisiones y pensamientos que salen de esa parada normalmente son más concluyentes y más efectivos que todo aquello que pudiéramos hacer si siguiéramos como hasta entonces, sin pausas y con prisas.

Sin duda, esto debería ser toda una filosofía de vida para gente de todas las edades y condiciones sociales. Normalmente, el mindfulness es un asunto que ha interesado más a gente de media edad, que es la que más ansiedad o estrés genera como consecuencia de su puesto de trabajo. Incluso también es habitual entre gente mayor, que sufren muchas veces la depresión que implica la soledad y el saber que la sociedad, en general, se ha olvidado de ellas a pesar de no haber hecho nada para merecerlo.

A lo largo de lo que llevamos de artículo, ya hemos hablado de diferentes situaciones por las cuales podemos necesitar hacer mindfulness o meditación. Y es que a veces no somos conscientes de la cantidad de cosas por las que sería idóneo apostar por esto. El mundo gira más rápido que nunca en los tiempos que corren y todo ese espacio que se usaba para meditar acerca de nuestra vida, acerca de todos los propósitos que teníamos en mente y acerca de todas nuestras ilusiones se ha visto reducido al máximo. No puede ser que así sea. No podemos permitir que no exista ese espacio porque nos va a condenar a vivir encadenados a nuestras obligaciones. Y eso, en otras palabras, y aunque suene algo fuerte, es ir muriendo poco a poco.

Cuando la comunicación juega en nuestra contra 

¿Sabéis por qué hemos visto reducido ese espacio del que estamos hablando? Sobre todo, porque no podemos alcanzar ese nivel de desconexión al que sí podíamos llegar antes. Cuando se terminaba nuestra jornada laboral, apagábamos nuestra cabeza hasta que diera la hora de empezar al día siguiente. Ahora, todos sabemos que no es así. Tenemos WhatsApp, tenemos redes sociales y tenemos otras muchas maneras de comunicarnos. Y eso, que tan positivo puede resultar para algunas cosas, no lo es para conseguir que nuestra cabeza deje de lado los problemas del día a día y se centre en disfrutar del momento, de nuestra casa, de nuestra familia y de todo aquello que queramos.

A pesar de que disponemos de más herramientas tecnológicas e informáticas que nunca, deberíamos usarla solo en parte de nuestro tiempo y no de manera permanente. Tener tan a mano un aparato como el móvil hace que no podamos descansar con la misma tranquilidad, con el mismo grado de paz que había antes. ¿No os ha pasado eso cuando, por ejemplo, estáis discutiendo con alguien por WhatsApp y os gustaría dejar esa conversación de lado hasta otro momento? Tener el móvil a mano nos invita a contestar ya, en segundos. Sé que todo esto os puede parecer la opinión de una persona anciana y desactualizada, pero de verdad os decimos que es necesario ponerle un límite a eso para que nuestra salud mental gane enteros.

La carga de trabajo, responsable de la mayor parte de nuestro estrés 

En la página web de la Universidad Politécnica de Madrid dio la luz una noticia que hablaba que la mayor responsable del estrés que se ha instaurado en buena parte de nuestra sociedad tiene que ver con la carga de trabajo a la que estamos sometidos a día de hoy. La competitividad en el entorno laboral es más grande y fiera que en ningún otro momento de la Historia. Todos y todas tenemos un gran miedo a perder nuestro puesto de trabajo y eso es lo que nos hace asumir ingentes cantidades de trabajo a las que muchas veces no podemos hacer frente.

Estamos plenamente convencidos de que muchas de las personas que estáis leyendo estas líneas habéis pasado por una situación similar. Y seguro que me estáis mal diciendo por haber hecho que recordarais esos momentos. A veces, es necesario hacerlo para valorar si hubiese sido bueno apostar por una cuestión como lo es el mindfulness para haber salido adelante de una manera más adecuada para nuestros intereses.

Un sector de la población que viene padeciendo problemas como el que acabamos de describir es el de los jóvenes. Estudios recientes han puesto de manifiesto que las personas de menos de treinta años tienen más riesgo que nunca de padecer problemas ya no solo como la ansiedad o el estrés, sino también como la depresión. Algo falla en nuestra sociedad cuando los jóvenes, que son las personas que más ganas tenían que tener de hacer frente a todos los desafíos que se les vayan presentando a lo largo de la vida, se encuentran en una situación como de la que estamos hablando. .

Es importante, hoy más que nunca, que el ser humano encuentre maneras de evadirse de su rutina diaria y de combatir todos los males que se le puedan presentar como consecuencia de ella. En la consecución de ese tipo de cuestiones está la llave de la felicidad y ya es hora de que nos lancemos a por ella.

Os decíamos al principio del artículo que se escuchaba más que nunca en nuestra sociedad la palabra mindfulness… y menos mal que es así. No solo se está multiplicando la cantidad de personas que se decantan por practicarlo, sino que también está ocurriendo lo mismo con respecto a la cantidad de gente que quiere enseñarlo para ayudar a las personas que tienen alrededor a canalizar todas esas situaciones de estrés y ansiedad que se van produciendo con el paso de los días y que nada de bien nos hacen para cumplir con los objetivos por los que nos levantamos cada día. Hay que aprovechar la oportunidad que eso nos proporciona.

Hay enemigos invisibles que ponen en riesgo nuestra felicidad ante los que hay que luchar con la máxima de nuestras fuerzas. Es un deber moral que nos debemos a nosotros y nosotras mismas y que tenemos que cumplir. Sabemos que muchas veces no es fácil hacerlo, pero nos consta que quien los hace suele acabar contento con lo que recibe y con cómo evoluciona su vida después de haber implementado un determinado número de cambios en su vida. Mucha gente cree que es eso lo que necesita, pero no se atreve a dar el paso. Por supuesto que hay que hacerlo.

 

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