El otro día hablaba con mi mujer de si nosotros éramos más felices o menos que nuestros padres o abuelos. Llegamos a la conclusión de que tenemos más cosas, sobre todo materiales, pero que no somos más felices que ellos. Quizás porque ellos tenían valores que ahora son muy complicados de encontrar como pueden ser el sacrificio, el esfuerzo y el valorar lo que se tiene.
Tras esta charla llegó, como suele ser lógica, la siguiente pregunta. ¿Qué hacer cuando ya te declaras jubilado? Y por supuesto la primera reacción fue…”ah, pero nos vamos a poder jubilar”. Y claro, eso también nos hizo pensar que en ese aspecto nuestros padres o abuelos ya son más felices que nosotros, porque pueden disfrutar de una jubilación bien merecida donde no les falta de nada.
Y es que ahora mismo, una persona jubilada puede pasarlo en grande si se lo sabe montar. Es cierto que eso depende mucho de la personalidad de cada persona. Está el jubilado que solo piensa en ver la televisión y que no quiere moverse de su sillón. Pero también hay otro tipo de jubilados que se sientes vivos y que quieren seguir haciendo cosas. Ah, y no se nos puede olvidar el jubilado que se jubila para seguir trabajando. En este saco podemos incluir a mi padre, que se jubiló y ahora se dedica a tener un huerto y un viñedo donde todavía trabaja más que antes, claro, es lo que tiene ser funcionario.
Pues bien, nos pusimos a enumerar las cosas que puede hacer un jubilado y la verdad es que nos salieron unas cuantas. Y es que es el momento de tomar diversas decisiones y realizar actividades para seguir disfrutando de la vida. Y para esas cosas la edad no es un problema.
Viajar y conocer nuevos lugares
La primera cosa que siempre sale a relucir es que las personas jubiladas viajan mucho, o mejor dicho, pueden viajar mucho. Aunque es cierto que esto no es como hace años, porque ahora mismo todas las personas, incluidos los jóvenes están muy viajados. Hace años si es cierto que nuestros abuelos o padres no habían salido de su comunidad, como mucho a Madrid, pero ahora no es así. Sin embargo, aprovechar la jubilación para conocer nuevos destinos, ya sea en grupo, con familiares es una de las mejores opciones.
Hacer ejercicio
La segunda cosa que sale es hacer ejercicio. Pero claro, en este caso depende de las cualidades físicas de cada uno. Hay jubilados que llevan machacándose toda la vida en el campo o en una fábrica y lo que menos piensan es en seguir haciendo más ejercicio. Sin embargo, nosotros siempre pensamos que cuando nos jubilemos vamos a hacer caminatas, yoga, natación, tai chi o gimnasia. Y es que eso siempre es bueno para nuestros huesos y para nuestra mente.
Ir a una residencia
La tercera idea es la que ya recrea más polémica y que hay pensar mucho. La de seguir viviendo en la casa de siempre o marchar a una residencia. Yo creo, y lo que yo haría, es la de mudarme a una residencia donde recibes una atención integral. Aquí no te tienes que preocuparte por tareas domésticas o cuidados médicos. Esto te permite disfrutar de tu tiempo libre con mayor tranquilidad. Recuerdo que mi abuela estuvo en la residencia Nuestra Señora del Rosario y, aunque al principio no quería ir, luego, como suele pasar, estaba encantada.
Me acuerdo de hacerla visitas y ver cómo se lo pasaba con sus compañeras, y lo más importante lo bien que estaba con una habitación con baño adaptado, cama articulada, intercomunicadores con enfermería, TV, teléfono, y wi-fi. La verdad es que siempre pensaba que si fuera así, yo quería estar allí el resto de mis vidas. Cocina riquísima, y eso que mi abuela para sus comidas era única.
Muchas actividades
Y por supuesto, una vez jubilado lo que tienes que hacer es moverte mucho. Por ejemplo, puedes participar en actividades culturales. Aquí podemos incluir el ir a museos, conciertos, cine, teatro o clubes de lectura. Todo esto sirve para seguir estimulando la mente y disfrutando de experiencias tremendas. También puedes inscribirte en cursos de pintura, música, fotografía, jardinería, cocina o incluso idiomas y tecnología. Lo único que no quiero es quedarme quieto en casa.
También puedes dedicarte a ayudar en organizaciones benéficas, apoyar a niños, ancianos o personas en situación vulnerable. Un vecino de mis padres recuerdo que se hizo voluntario del Banco de Alimentos.
Y por supuesto, no te olvides de disfrutar de la familia. Si tienes nietos o sobrinos es el sobrino para regalarles lo que más cuesta: tiempo.