Cuando le dije a mi abuela que para el menú de mi boda había encontrado un servicio de cáterin de lo más completo y selecto ofrecido por la empresa madrileña En tus fogones, se me quedó mirando con los ojos como platos y soltó: “Y esa Catherine… ¿quién es?”, me quedé un segundo atónito pero enseguida me eché a reír. Mi abuela es francesa, entonces ¡claro! lo del término inglés “catering”, que fonéticamente tiene cierta similitud con el nombre femenino francés “Catherine”, lo relacionó con una persona. “-¡No, abuela! El servicio de cáterin no es ninguna chica sino un servicio de alimentación prestado por una empresa especializada que se encarga de la preparación, de la presentación, de ofrecer y de servir las comidas de cualquier tipo de eventos. Éstos pueden ir del simple desayuno, hasta el servicio completo como en los restaurantes, con mesoneros, cocina, decoración y limpieza… -le contesté yo divertido-. ¡Te gustará, abuela! -¡No lo dudo! –dijo ella- Pero, pregúntale a esa Catherine si sabe hacer los merveilleux au spéculoos como los hacían en Francia, en la pastelería y confitería “Brelet” de Halluin -suspiró mi abuela-. Se lo diré, abuela. Se lo diré…” Y la besé en las mejillas. Mi abuela es que además de ser francesa, también es un poco sorda…
Nosotros, con lo de no tener que preocuparnos por el espacio, menú y servicio de la boda, ¡ya nos valía! La empresa se encargaba de todo, ¡hasta del DJ, fotógrafos, iluminación, alquiler de material y flores! De lo único por lo que sí nos interesamos fue por los colores de la decoración de la sala y de lo encomendado por mi abuela, a saber, los “merveilleux au spéculoos”, como los de allí… Queríamos que la decoración de la sala fuese muy colorida, alegre y original. Se lo comentamos y lo entendieron enseguida. Nos presentaron un modelo creado por ordenador que nos encantó y que aceptamos gustosamente. Lo de la cocina, buffet, etc., lo dejamos casi a su total y libre albedrío. Sólo les hicimos saber que queríamos que fuese una cocina de tipo tradicional española, pero con claras influencias internacionales, variada, con ingredientes frescos y de temporada. La boda tendría lugar en junio. Productos de calidad, españoles e internacionales y de estación no faltarían. Nos lo aseguraron. Ellos trabajaban únicamente con los mejores proveedores y empresas, tanto nacionales como extranjeras.
Las hamburguesas que proponían, por ejemplo, estaban hechas con carne del valle de Esla y picadas por ellos mismos para asegurarse de la excelente calidad y preparación del producto. La mozzarella de búfala fresca que utilizaban en sus platos se la mandaba un proveedor italiano gourmet. En cuanto a los jamones, embutidos ibéricos que ofrecían, éstos eran elaborados por una empresa familiar extremeña, con suma experiencia en el cuidado y elaboración de los mejores jamones y productos ibéricos. Con ello, habían estudiado en las mejores escuelas hosteleras de Suiza y Marbella y habían trabajado en hoteles de gran relevancia como el Four Seasons, el Hilton, el Sol Meliá, etc. ¡Vaya, que lo mejorcito de lo mejorcito! La preparación de nuestra boda estaba en manos expertas. Ahora, lo único que nos quedaba por hacer era esperar… Pues los trajes y complementos ya los teníamos comprados y a los invitados: familiares y amigos, les habíamos entregado la invitación unas semanas antes… ¡Todo estaba listo para el gran día!
Y por fin llegó… ¡Cuánta emoción! Nos dimos el “sí, quiero” durante una sencilla e íntima ceremonia civil, bajo la mirada emocionada de mis padres, abuela, familia y amigos. Nos dirigimos acto seguido hacia una casa señorial de principios de siglo XX, ubicada a las afueras de Madrid, donde se había montado el cáterin. ¡Dios! ¡Qué arte! Verlo sobre papel y luego en la realidad ¡dista mucho! Los colores del arcoíris para la decoración habían sido respetados y todo correspondía a la perfección con lo que esperábamos: los manteles eran de color violeta y azul, las servilletas rojas y naranjas, las coronas y velas verdes y amarillas. En cuanto a las flores, éstas eran variadas ¡pero todas del color del arcoíris! Miré a Kike y le sonreí… “¡Viva los novios! ¡Viva John! ¡Viva Kike!”, gritaron felices nuestros invitados. Eso íbamos a intentar hacer durante el resto de nuestras vidas…
Todo fue perfecto, de los canapés a los diferentes platos del menú preparados por la empresa En tus fogones, la cual tuvo, incluso, el detalle de preparar unos “merveilleux au spéculoos” como los que le gustaban a mi abuela. “¿Sabes qué, querido? -me susurró ella al oído- los “merveilleux” de Catherine ¡son maravillosos! -Sí, abuela. ¡Lo son!”