Desde bien pequeño me he sentido atraído por el submarinismo y el buceo. Provengo de una familia muy amante de la naturaleza y el mar. Cuando tienes a toda tu familia de Gijón es complicado ser un amante de lo marino. Una serie de traspiés laborales de una carrera monótona en el ámbito financiero me llevaron a plantearme el montar un negocio.
Cuando te dicen de qué vas a montar tu actividad, realmente no siempre se tiene claro el qué. Siempre he sido una persona bastante activa, por lo que me ha encantado el deporte y la naturaleza, pero también adoro leer.
Uno de mis primeros instintos fue montar una librería especializada, pero no terminaba de verlo y así, de la manera más tonta, viendo un reportaje por televisión de buceo, pensé en montar una escuela de buceo, algo que podía tener salidas, máxime con el aumento del turismo en la zona mediterránea donde resido.
Pronto me puse a documentarme sobre la viabilidad del proyecto, para ello contaba con un viejo amigo de andanzas en la universidad que se animaba y tenía un cierto colchón financiero que unido a nuestra amistad y confianza me terminó por decidir.
La burocracia no nos hizo desistir de nuestro sueño emprendedor
Hubo que alquilar un local y hacer frente a muchos permisos y demás burocracia, la misma que a veces puso en marcha seguir con el tema, ya que solicitan muchos papeles y se tarda bastante en conseguirlos.
A la hora de buscar materiales no escatimamos y fuimos a lo mejorcito del sector. Queríamos ser una referencia en la zona de Valencia, con lo que contamos con buenos equipos y los mejores monitores que colaborarían en que nuestra escuela buceo fuera realidad.
Un tema peliagudo fue el de los compresores, donde necesitábamos compresores que fueran compactos, robustos, duraderos y con gran versatilidad. Al final optamos por confiar en una empresa que localizamos vía Internet llamada Airum Logistic. Las opiniones de los clientes eran francamente buenas y al tener un tamaño compacto y un reducido peso garantizaban un manejo perfecto y la máxima seguridad funcional en todos los ámbitos de uso, ya sea tierra como agua.
Por lo demás tuvimos una magnífica acogida desde el principio. Hubo que currárselo con mucha publicidad, pero mereció la pena. Al final la gente lo que busca es que los monitores y los equipos sean de calidad, algo fundamental en una escuela de buceo. Los precios eran aquilatados, para que nadie tuviera problemas a la hora de poder apuntarse si realmente le gustaba el tema.
De momento nos contemplan 4 meses de vida, en los que hemos tenido alumnos satisfechos, que eso es lo más importante. Lo malo del tema es que es una actividad estacional con lo que eso supone, por lo que debemos aprovechar en el buen tiempo para poder hacer suficientes clientes.
Cara al año que viene queremos reforzar el número de monitores para así los meses de invierno poder ampliar nuestros servicios quizás con guías turísticas de la ciudad, todo está por ver, pero lo importante es que uno se gana la vida trabajando con lo que le apasiona y el ver cómo la gente te agradece la labor que realizas.